Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), una dieta saludable se basa tanto en la calidad como en la cantidad y es muy importante “comer alimentos variados”. La energía proporcionada por la dieta debe ser suficiente, pero no excesiva, y se debe equilibrar según el nivel de actividad. Una dieta variada, basada en el modelo de dieta mediterránea, proporcionará los nutrientes necesarios para llevar una vida sana y activa.
Se denomina dieta mediterránea a aquella que está basada en el siguiente patrón alimentario: alto consumo de productos vegetales (frutas, verduras y legumbres) y cereales, una ingesta moderada de pescado y lácteos, y un bajo consumo de carne. Prevalece el consumo de lípidos insaturados, en particular de aceite de oliva, frente a saturados. La dieta mediterránea ha sido objeto de múltiples estudios por sus propiedades beneficiosas para la salud, sobre todo en el marco de las enfermedades cardiovasculares, observándose siempre una relación directa con el aumento en la esperanza y en la calidad de vida.
La adopción de una dieta inadecuada y un estilo de vida cada vez más sedentario, han hecho que se incrementen con gran rapidez los índices de obesidad en los países en desarrollo.
Recomendaciones para una dieta saludable:
- Reducir la ingesta de azúcares (pasteles, chucherías, helados, etc). Sustituir por edulcorantes.
- Disminuir el consumo de alimentos grasos, sobre todo de origen animal, y aceites.
- Disminuir la ingesta de bebidas alcohólicas.
- Aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra (verdura, fruta, cereales integrales, etc.).
- Beber abundante cantidad de agua al día. (aprox. 2 litros).
- Reducir el consumo de sal.
- Realizar 4-5 comidas al día. No “picar” entre horas.
- Masticar lentamente; sentado y facilitando la digestión.
- La cena debe ser ligera.
- Es preferible que la cocción de los alimentos sea al horno, vapor, plancha o en “papillotte” (envueltos en papel aluminio).
- Hacer ejercicio físico de forma regular.